Iniciado el segundo mandato del Presidente Piñera, sus desafíos están por lo pronto en cumplir las metas que él mismo se ha fijado en el anuncio de los cinco ejes sobre los cuales quiere generar acuerdos. Sin embargo, considerando que Chile Vamos se ha propuesto gobernar ocho años, el reto más decisivo es liderar un núcleo programático -representativo doctrinariamente- que proponga una actualización del proyecto político de la centroderecha, capaz de asumir las complejidades de la sociedad a través del ofrecimiento de un nuevo pacto a la altura del Chile del nuevo siglo. Esto implica ir más allá de la administración de la coyuntura y la resolución de focos de conflicto. Pues, ninguna de las discusiones que se han iniciado -ya sea sobre el sentido de lo público, la importancia del crecimiento, así como los cambios culturales que algunos proponen – soportan neutralidad o silencio.
No basta solo administrar las tensiones doctrinarias del sector, sino estimular su convergencia en torno a mínimos comunes que posibiliten un proyecto político. Avanzar en un desarrollo humano con sello social, como anunció el Presidente en su primer discurso, requiere avanzar en un programa que proponga un modelo de sociedad fundamentado en una antropología que delimite el rol del Estado en el camino al desarrollo. Este desafío requiere liderazgos claros que impulsen el horizonte que se anhela. Para lograrlo es imprescindible que el Presidente se involucre y lidere esta tarea.
