Educación: el orden de los factores, sí altera el producto

El debate de la reforma educacional ya se encuentra desatado en la Cámara de Diputados, más de 100 personas han sido invitadas a exponer, sumado a largas sesiones, ha generado una discusión que de a poco comienza a encenderse. Para el Gobierno y la Nueva Mayoría, la evidencia comienza a escasear y es el ministro Eyzaguirre quien debe recurrir a malas analogías, como la de “los patines”, para tratar de explicar lo inexplicable.

Desde La Moneda, ven con preocupación cómo los sostenedores de colegios particulares subvencionados se han organizado y empatizado con sus comunidades educativas y con la opinión pública. Asimismo, las agrupaciones de padres y apoderados comienzan a validarse, logrando que sus demandas ganen adhesión en las asambleas que se están realizando en el país.

A estas alturas, suena bastante obvio que la reforma educacional presentada por el gobierno no cumple con los objetivos planteados de “mayor calidad”, “inclusión” y “no discriminación”, sino que por el contrario, genera una serie de efectos negativos que afectarían a miles de hogares vulnerables y de clase media.

Las familias han comenzado a entender que fin del lucro, del copago y el término de la selección, son las excusas con las que el Estado quiere expropiar la tuición de sus hijos. Ninguno de ellos está dispuesto a entregar al Estado la capacidad de elegir dónde, con quién y cómo educarlos.

La situación no resiste un mayor análisis, y desde la misma Nueva Mayoría se le ha exigido al Gobierno desplegar la totalidad de la agenda educacional y sus costos antes de seguir avanzando. Es que para muchos chilenos, incluso para varios parlamentarios de la coalición de Gobierno, es inaceptable que se pretenda convertir al Ministerio de Educación en un gestor inmobiliario, gastando miles de millones de dólares para expropiar infraestructura, sin siquiera tener a la vista una propuesta clara para mejorar la calidad de la educación municipal y la carrera profesional docente.

En fin… no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor ministro que el que aspira a la Presidencia de la República.  Si incluso, Mario Waissbluth, experto en Educación y financista de la campaña de Giorgio Jackson, dijo hace un tiempo que en el diseño de la política educacional “el orden de los factores altera el resultado”. Entonces, muchos nos preguntamos ¿porque no partir por ahí?

El lunes pasado, en una sesión extraordinaria de la comisión de Educación de la Cámara de Diputados, le preguntaron a Waissbluth respecto a la vigencia de su opinión sobre el estatuto docente y la captura que tiene el colegio de profesores sobre éste. Waissbluth dijo haberse equivocado y que no tenía problema en reconocerlo, señalando que, “hemos aprendido que en más o menos igualdad financiera… hoy día tenemos liceos y escuelas públicas que están con el mismo estatuto docente obteniendo mucho mejores resultados que escuelas de su comuna”.

Bajo esa misma lógica, me pregunto, ¿cuántos años más, o cuántas generaciones de niños en edad escolar, necesita la Nueva Mayoría y el Ministro para entender que el fin al lucro, el termino del financiamiento compartido y el fin a la selección, no aseguran mayor calidad o inclusión? Esperemos que no sean los niños de las familias más vulnerables y de clase media las que paguen estos errores que se podrían evitar, si es que se comienza a priorizar la discusión en torno a los verdaderos factores conducentes a la calidad del sistema: la educación municipal y la carrera docente.

Publicada para Chile B

Martes 24 de Junio de 2014

Sebastián Figueroa