Subsidiariedad I

Por Jorge Jaraquemada

Publicado en La Segunda, 22 de marzo de 2023

En columna del martes, Hugo Herrera atribuye a Jaime Guzmán una visión exclusivamente negativa de la subsidiariedad que se traduciría en abstención estatal. Una crítica que inició el jesuita Pierre Bigó -en revista Mensaje de 1979- y que otros han continuado sucesivamente. No obstante, la cita en que se apoya es de un artículo -escrito por Jaime para revista Realidad en 1983- en que el objetivo es marcar diferencia con la DC respecto de lo que él entiende por vocación empresarial. Pero esa diferencia no implica afirmar que no puede haber subsidiariedad activa.

Fue por influencia de Jaime Guzmán que en Chile se adoptó la subsidiariedad como criterio predominante en la política y el derecho. Él concebía la subsidiariedad como un criterio moral -no meramente económico- que surge de la primacía que los seres humanos tienen respecto del Estado, por lo cual es éste el que está al servicio de las personas y no al revés. Esto se evidencia, por ejemplo, en su convicción de que la redistribución de la riqueza le corresponde indelegablemente al Estado y no a los privados. También en la participación subsidiaria del Estado en educación que permitió acceder a la educación superior -e incluso a la secundaria- a personas que nunca antes habían tenido esa oportunidad.

A nuestro juicio, Jaime Guzmán no se aleja del pensamiento pontificio, desde donde se inspira y rescata la subsidiariedad, simplemente creía que la participación privada -como generadora y proveedora de bienes públicos- permitiría al Estado apoyar mejor a quienes más lo requieren. Es un principio permanente, pero cuya aplicación es prudencial y puede variar según las circunstancias. Por eso, antes que el tamaño del Estado, lo que a él le importaba era su espíritu de auxilio. El problema no es cuánto Estado sino para qué.

Si la comprensión de la subsidiareidad -con el tiempo y en ausencia de Jaime- fue mutando hacia una práctica que predicó la mera abstención del Estado, no es culpa de Guzmán sino de quienes la aplicaron en los ámbitos político, económico y académico.