Sobre derechos de agua

Cuando la escasez, producto de razones climáticas u otras de orden administrativo, va siendo elemento permanente en la discusión sobre el agua y los derechos concedidos sobre sus caudales, cunden en el Congreso Nacional proyectos de ley que persiguen modificar de alguna manera el sistema aplicable de normas. Los hay incluso expropiatorios, de aquellos que hablan de “nacionalizar”, como si la monopólica propiedad estatal fuera garantía de algo. En tal escenario, se estudia actualmente en la Cámara de Diputados un proyecto de ley que según su denominación busca introducir “modificaciones al marco normativo que rige las aguas en materia de fiscalización y sanciones”. De su contenido cabe señalar los siguientes aspectos. En primer lugar, es del todo positivo la norma que se propone en cuanto a mejorar los canales de información entre los notarios y conservadores de bienes raíces, y la Dirección General de Aguas (DGA). El deber que impone a los primeros -sancionándose su incumplimiento- para que informen oportunamente a la DGA sobre las transferencias y transmisiones del dominio de los derechos de aprovechamiento de aguas, se dirige efectivamente a elevar el estándar del catastro público de aguas y, en definitiva, a mejorar la administración del recurso. Ahora bien, en relación con las atribuciones que otorga la DGA, valga plantear una prevención. La modificación que el proyecto propone al artículo 62 del Código de Aguas, permitiendo que sea la propia Dirección General, de oficio, la que establezca la reducción temporal del ejercicio de los derechos de aprovechamiento, en caso de explotación conflictiva de aguas subterráneas, debe ir complementada al menos con el señalamiento de un plazo que acote la vigencia de la resolución que se adopte. Lo contrario parece ser la atribución de una potestad cuya vaguedad puede resultar en una regulación expropiatoria. Que el riesgo de sequía no nos conduzca al riesgo, aguas abajo, de caer en manos de una administración con poderes más allá de las garantías básicas.

Felipe Von Unger, Diario Pulso.